Lauren Mendinueta



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Bio/biblio

Lauren Mendinueta (Barranquilla, Colombia, 1977). Empezó a escribir mientras trabajaba como bibliotecaria en una pequeña aldea de su país. En 1997 publicó Primeros Poemas. Su segundo libro, Carta desde la aldea (La dádiva, 1998), ganó el Premio Nacional de Poesía Joven, y el tercero, Inventario de ciudad, (Golem, 1999), apareció con un prólogo de Álvaro Mutis, lo que le supuso reconocimiento nacional e internacional. En el 2000 su poemario Autobiografía ampliaba recibió dos premios nacionales de poesía, y cuenta actualmente con dos ediciones, una en España (casatomada, 2006) y otra en México (Salida de emergencia, 2006). Además ha publicado la biografía Marie Curie, dos veces Nobel (Panamerican, 2005), más una antología de sus versos con el título Poesía en sí misma editada por la Universidad Externado de Colombia en el 2007 con una tirada de 12.500 ejemplares. El año pasado ganó en España el Premio Internacional de Poesía Martín García Ramos por su libro La vocación suspendida (Point de Lunettes, 2008). Su nombre aparece en importantes antologías tanto en Europa como en América. Sus trabajos han sido traducidos al inglés, italiano, alemán, ruso y francés. Desde el 2005 está radicada en Europa. Su blog puede vistarse en http://www.laurenmendinueta.com


Poética

El arte es quizás la única actividad humana capaz de reemplazar a la religión. Desde el principio de los tiempos necesitamos creer que existe otra realidad en la que podemos redimirnos. Y eso es precisamente lo que ofrecen los creadores. El artista, como el místico, oscila entre el tormento y el éxtasis. En la dinámica de esa experiencia pendular surge la creación, ese gran misterio.

¿Por qué nos maravillamos ante la armonía de un cuadro, la exactitud de un poema o la emoción de la música? Tal vez la respuesta radique en nuestro miedo a la soledad. Hay siempre un refugio en todo lo estético que desde el caos es creado por el ser humano y para el ser humano. Frente la obra de arte nunca estamos solos. La armonía, aun llena de tormentos y horrores como en un cuadro del Bosco, conforta. El arte es casi tan redentor como cualquier religión. De cierta manera es una religión en la que no hacen falta conversiones ni arrepentimientos porque el júbilo está asegurado para todo aquel que quiera participar.


Poemas


Bogotá, después de una visita a Helena Iriarte

No hay relación entre las cosas
y aquello que las encarna.
La realidad acaso es un vacío
y su copia en el espejo
la evidencia de su precariedad.
Los nombres van por el mundo
retratando la angustia de no ser lo que nombran.
La gente corre afanada
hacia el vagón del metro o el autobús
porque la vida depende de un concepto.
Tampoco la puntualidad corresponde a su palabra,
pues no se puede llegar con retraso al destino.
¿Es posible que convivan alma y cuerpo?
¿no serán un binomio inseparable,
una sola cosa que no sabemos nombrar aún?
En estos temas, como en tantos otros,
me atropella la retórica,
y vuelvo a preguntarme si será posible
nada más vivir.

(De La vocación suspendida, 2008)

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La torre de marfil

El mundo es una torre de marfil, en vano
busco una puerta en sus paredes curvas.
Parezco una actriz representando a un borracho,
camino tratando de hacer una línea recta,
nunca eses. No soy una profesional
de la actuación, ni siquiera me le parezco,
pero caminaré tratando de hacer una línea recta.
A veces me siento frente al ordenador y busco
toda clase de cosas, desde zapatos hasta amor.
Y sí, todo lo encuentro allí, porque el mundo es una torre
y estoy atrapada con todo lo demás, es inevitable.
Cuando me miro al espejo me sorprende lo común
que parece mi rostro, y me digo:
es bueno ser tan común, no te asustes.
Vuelvo a sentarme frente al ordenador y encuentro
las mismas cosas, todo, todo, hasta el amor.
Y allí mismo, tecleando,
trato de comprender
por qué me siento libre en la jaula del pájaro.

(De La vocación suspendida, 2008)

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Olvido de mí

Octubre ha llegado dominado por las lluvias,
y los demás meses lo han seguido hasta aquí.
De repente este amontonado tiempo lo llena todo,
el verde de la casa, las sillas, la manta que cubre el piso
cuando en el verano me recuesto a leer.
En mí no es posible el abandono del tiempo,
la gracia que supone el olvido
me hubiese salvado de esta invasión.
Ahora debo caminar con cuidado
para no maltratarme con tantos recuerdos.
¿Me engañaré o será verdad lo que voy a decir?
Renuncio a esta visita, no le temo a la soledad.

(De La vocación suspendida, 2008)

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3 Comentarios:

Anónimo comentó sobre esta entrada, así...

Gracias a Rodolfo y a John por la invitarme a participar. Es un buen espacio para conocer la poesía colombiana. Abrazos

Anónimo comentó sobre esta entrada, así...

La mujer más talentosa, dedicada, sincera, e inmensa lectora.

johnbetter comentó sobre esta entrada, así...

Nos separan los años, la distancia de una cuerda atada a una mano, las puertas de una ventana por donde a veces dejo salir este....
felicidades niña lejana