Santiago Espinosa



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Bio/biblio

Santiago Espinosa (Bogotá 1985) Crítico y periodista. Ha escrito artículos y reseñas para revistas como Alforja, de México, Casa de poesía Silva, actualmente es columnista de la revista Arcadia. Estudió Literatura en la Universidad de los Andes y hoy finaliza sus estudios de Filosofía en la misma universidad. Ha trabajado en adaptaciones de teatro para grupos aficionados, y fue asistente de dirección en cursos del Teatro Libre de Bogotá. Como director montó La Cantante Calva, de Eugene Ionesco, en el año 2004, y un par de piezas breves de Harold Pinter en el 2006. Los ecos, su primer libro de poemas, será publicado en los próximos meses.


(Aforismo) Poética

Un poema es un niño
Entre los versos
De mano en mano
Se hace viejo a fuerza de recordar.


Poemas


La casa ilusoria


Como un árbol
que se abre camino en la mitad del mar,
la casa, su olvidado lenguaje de peldaños,
de redes y vacíos luminosos,
nació en el sueño del arquitecto.

“Una casa”, se dijo,
“huella de la vida,
que tenga por rostro
la prudencia del anónimo…”
“Que interprete la montaña
sin cortes sin remedos.”
“Pura y aislada como la hoguera.”

Y de la casa surgieron moradores.
Sus altos muros
fueron perdiendo la extrañeza,
cuando por el pasillo circularon las visitas
haciendo de los rincones escondites,
refugios,
donde la hombría pudo llorar las deudas
de rejas para dentro
y habría de llegar el sexo
a la lengua de los niños.

Sonaron los estruendos de cada noticiero.
El abandono
en las caídas del fútbol.
También hubo películas dobladas
que hablaban del África,
de una aridez distinta
a la que comenzó en los muslos
y terminó en el trazo de los rostros.

Fueron muchos los recuerdos
que se robó la mansarda.
La capa adusta del abuelo,
amables caracoles,
los niños jugando a la guerra
con sombreros de copa
o emprendiendo la caza del Mohán
en la selva imaginada.
Mientras tanto, en la noche, los otros
oían a su conciencia traqueando en la madera,
dando sus primeros pasos.

En medio de los aromas del melón, siempre distintos,
viendo a la luz colarse en los vitrales,
por la ventana entró el sonido
de un antiguo clarinete,
poblando la casa de fantasmas
y de barcos que se hunden.

Con el adiós de los nardos, creciendo en la portada,
quizás solo hubo tiempo de mirarse a los ojos
para estrellar las copas de cara a la montaña.
Hubo tiempo de alzarlas
y volver a brindar por los ausentes.

La obra estaba completa.


Para Guiseppe Volpini.

::


La casa encantada


Por la mañana tumbaron la casa de la esquina.
Las palas del buldózer araron los cimientos
y el sol de las doce
cayó sobre las piedras solas, sin sombra,
donde antes se sentaban los armarios
y la mesa del café.

Luego llegaron los ingenieros,
traían la sombra a sus párpados
en un gesto militar,
cuando de las montañas azules, pétreas,
manaba un humo blanco y taciturno.
Alguien dijo: “son tiempos de incendio”.

El aire estaba sepultado por el calor.
Entre las ruinas traqueaba la madera,
cediendo, haciéndose polvo en sus termitas.
Nadie lo había notado,
pero el buitrón nos tapaba un edificio
y donde antes estaba el techo se escondía todo un barrio;
centros comerciales, esquinas de marihuanos.
La vista de la ciudad –que tantas veces contemplamos-
tenía un brillo desconocido.
Ya no estaba la casa que censuraba nuestros ojos.

Los ingenieros alzaban la cabeza
y proyectaban la mirada hacia el cielo
imaginando edificios babilónicos.
Uno contaba pisos invisibles,
otro miraba el incendio
como un presagio, como una seña
que nunca se cumplió.

Ninguno de nosotros buscó tesoros en las piedras.
Ninguno se tomó la molestia de preguntar
por el armario, las luces sin sombra,
los ruidos estáticos donde no había cuerpos.
Nadie lo pensó porque teníamos que buscar otro escondite,
otro refugio, y otra vista,
para poder matar el tiempo
frente al tímido espectro del incendio.

::


La Casa


Todavía recuerdo la casa. La convoco.
Mi madre le imaginaba sitios a las plantas
y mi padre, desde umbral, veía que esos espacios ajenos
despoblados,
se iban llenando de Mahler y de Mozart.
Los olores eran de cañerías.
De una humedad que no era nuestra.
Sólo saldremos de aquí con los pies para adelante,
juró Papá,
mientras en el teléfono hablaban intrusos,
de nombres que no conocíamos,
y mis hermanas, en silencio, ya sospechaban refugios
para el amor.
Sin cuadros, sin libros en el anaquel,
la cama principal estaba estática,
como sin tiempo.

Vimos cómo salían los pretendientes,
arrojaban la puerta y no volvían nunca.
Los vidrios se acostumbraron
a nuestras sombras, y los vecinos
a la música extranjera.
La casa terminó por impregnarse
de café, de carne digerida;
y de copos de piel
que enmohecían las paredes.

Cuántas veces memorizamos la vista.
Cada calle,
cada ángulo que las rodillas
-en su afán de cielo-
cambiaban para siempre.
Allí quedó el pelo maldito
del cáncer de mi hermana.
Las cenizas del cigarrillo,
las hojas de los primeros poemas.

Las monedas se empobrecieron
en los bolsillos,
y la sonrisa de papá pasó por los guiños
hasta llegar al silencio.
Mamá maldecía,
como si la diferencia en los pómulos
fuera culpa del espejo.
Y mis hermanas, en la cama,
dejaban el lado izquierdo para otro.

Todavía la recuerdo.
Pero hoy la imagino
con los ceniceros limpios
y las luces apagadas.
Suena la música de Mahler, de Mozart;
pero nadie silba después de la pausa.
Quizás miran la vista
poniéndole zapatos a las huellas.
Quizá ahora se acuesten pensando en otros
y tengan pesadillas con los mismos fantasmas.
Pero abrirán la puerta,
y dejaran la casa
en los rincones de otra memoria.
Porque pasa,
y más rápido que las casas
se envejecen las familias.

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3 Comentarios:

NTC comentó sobre esta entrada, así...

DE: http://ntc-eventos.blogspot.com/2010_07_01_archive.html
*** 7 de JULIO, BOGOTÁ, 6:30 PM
--> Los ecos , libro de poemas del escritor y periodista bogotano Santiago Espinosa (Bogotá, 1985). EDITORIAL: Taller de Edición · Rocca* S.A. . Lanzamiento. Lugar: Casa Tomada, una librería muy bella ( http://www.flickr.com/photos/36585344@N04/?saved=1 ) que queda entre el barrio Palermo y el barrio la Soledad. Transversal 19 bis 45 D-23, Tel. 245 1655. Entrada libre. Sobre esta poesía ha dicho el poeta Juan Manuel Roca, reciente ganador del premio casa de América de España: “Santiago Espinosa habla desde los intersticios de la realidad pero no se somete a ella. Tiene una voluntad inalienable por mezclar en su marmita muchos saberes: la filosofía y la política, la música y la arquitectura, pero sobre todo el rastreo de otros mundos anclados en el peor de ellos, un país que huye de sí mismo. Casas ilusorias, fantasmas, adioses y campanas, desarraigos que van desde “las mesas que esperan” hasta el ojo aventurero y corsario de Sir Walter Raleigh, todo merece ser sopesado por la lengua, aún sabiendo con Borges que “la realidad no es verbal” . + info.: http://catalogo.reicolombia.com/product_info.php?products_id=670 , http://laseleccionesafectivascolombia.blogspot.com/2009/02/santiago-espinosa.html , http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co/boletin/junio/agenda_cultural_05.html y http://www.otraparte.org/actividades/literatura/lucia-clemencia.html

Anónimo comentó sobre esta entrada, así...

Si todo-culmina en el ojo del volcán, más, es la pérdida de la ganancia. El recodo es recurrente del tibio alivio en tu claridad de sombra.

NTC comentó sobre esta entrada, así...

Santiago Espinosa participó en el III Festival Universitario de la Imagen y la Palabra. UCEVA, Tuluá, Valle, Colombia. Centro Cultural Gustavo Álvarez Gardeazábal. Octubre 10 al 14, 2011. Ver: NTC ... REGISTROS en: http://ntcpoesia.blogspot.com/2011_10_15_archive.html : Conversatorio sobre la poesía colombiana (10 am)
Participaron: Darío Jaramillo Agudelo, Santiago Espinosa y Julián Malatesta. Moderó Ómar Ortiz.
Atte.,NTC …* Nos Topamos Con …
http://ntcblog.blogspot.com * , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia.