Martha Cecilia Ortiz



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Jacko

Menciona a:

Elisabeth Marín
Dinec Luna
Ricardo León Prieto
Maria Fernanda Ceballos
Carilda Oliver Labra (Cuba)


Bio/biblio:

Nací en Tumaco pero desde muy temprana edad vivo en Cali y es aquí donde encuentro mi vocación y el amor por las letras.

La poesía nace en mi vida en época del colegio y con mis primeros amores aparecen mis primeros versos. Hice estudios de Literatura en Univalle y he realizado talleres de creación poética con grandes maestros como son: Julián malatesta, Horacio Benavides, Omar Ortiz, Marga López entre otros.

He pertenecido a varios grupos de poesía: Los bardos de las escalinatas de la Alcaldía de Cali, Vientos de mándala de Comfenalco, La rana encantada de Univalle y La fuerza de la palabra.

A lo largo de estos años he participado en algunos concursos y encuentros de poesía: en varios años consecutivos he asistido al Encuentro de Mujeres Poetas en Roldanillo, ocupe el 2do. lugar en el Concurso de Poesía y Crónica en Univalle en el 2000, finalista en el Concurso de poesía realizado por la Alcaldía y la Red de bibliotecas Publicas en el 2007; en el 2008 fui invitada al Encuentro Nacional de Poetas y Declamadores en El Cerrito y también en este año algunos de mis poemas fueron seleccionados para la antología “La palabra en boca de Eros”.

Publicaciones: En 1999 publico el poemario “El diario de Cleopatra”, en el 2003 publico el libro “De Eros A Tánatos y actualmente está próximo a ser publicado mi libro “Entrega de Armas”.


Poética

La poesía es como la gasolina que se necesita a diario para no morir, pero también es lo que nos hace enloquecer en lo caótico de este mundo.
Es la formula mágica para ser inmortales sin necesidad de ser vampiros.
Poesía es liberación pero también es condena, cuando una metáfora se mete en nuestras neuronas hasta que no sale y se libera en un verso.

El propósito de la poesía siempre debe ser manchar el papel, (cagarse en el) con algo que nos sacuda los huesos, con metáforas contundentes y que sus imágenes nos embriaguen de música, luz y en ocasiones de oscuridad. Entonces; habrá valido la pena no ser depredadores de papel.


Poemas


La casa

En mi cuerpo
 aún deshabitado
la maleza llena mis corredores,
enmohecidos por desuso están los utensilios,
en ruinas los cimientos
por la sal de mis aguas carcomida,
a punto del desplome
la columna vertebral de mi alma.

¡No es la misma!
                       mi casa,
puertas y ventanas bien cerradas
irrumpes mientras dormía
invades y ocupas mis predios.

Con tu espada
el espiral de mi casa
descifras
reorganizas mis rincones
le disparas a quema ropa a esta soledad,
los grilletes de mi abandono
desaparecen.

Te conviertes en mi verdadero libertador.

::


Mandrágora

Froto el mortero en la alta noche
y la esencia de tus hojas maceradas
me regalan lo eterno.

El tic-tac del reloj gira en mi cabeza
la noche cruza la línea de lo prohibido
alcanzo lo profano entre la lujuria y la decencia.

Mandrágora…
flor, ungüento,
fórmula de antiguos secretos
hazme volar con tus alas de murciélago.

Narcotízame hasta la alucinación
transpórtame
libérame de la culpa
de mi carne leve
del inevitable castigo.

Llévame con tu poder a sus puertas,
a su cama, a su ejecución si es preciso,
crucifícalo al madero de mi espalda,
dadle a beber el agua de mi pubis,
sujétalo fuerte a la roca de mis senos.
Si se resiste:
véndale los ojos antes del ocaso,
alístalo junto al carnero
                                           leños secos
                                                          y el cuchillo
e inmola este
amor
antes...
que él, huya a lo desconocido.

::


Asesino

Se declara la guerra
entre vos y yo
incursionás con tu ejército de hormigas,
            alineadas
                              marchan
recorren mis vértebras
hacia el sur
se inicia una contienda de piel
hueso y sudor.

Vos sos, el asesino
de mi hambre
de mis desvelos
y el responsable del fusilamiento
de mis sentidos.

Hay una guerra entre vos y yo
entre tu lengua y mi cuerpo
mi vientre y tu sexo.

Sos el asesino de mi frío
quien bombardea mis barricadas
y rompe el silencio,
el que se despliega por mi laberinto
y llenás
esta mi ánfora de luz.

::


Abuela Tina

A: Robertina Rodríguez.


Mi abuela es palmera,
su espalda marimba de chonta
tocada por el sol.
Mi abuela es negra como las noches de invierno,
su cabello en cambio es nieve rebosada
y en su sonrisa de alondra viajera
se alojan todas las estrellas
                                                     /de la noche.
Mi abuela lleva la primavera en su vestido
menea su cuerpo altivo
impulsada por olas del mar

La casa de mi abuela de madera y azotea
de corredores amplios y veraneras
con una escalera principal
que conduce a un cielo desconocido.

La casa de mi abuela con carbón siempre tibio
                                                        /y comida fresca,
aún conserva la risa de traviesa
                              y los ecos de mi infancia,
en un cofre olvidado de esta casa vieja.

Mi abuela se marchó sin avisarme
el penúltimo día de Febrero,
con su frente en alto
y la tranquilidad del deber cumplido.

Se marcha mi abuela subida en su canoa
por el camino largo, estero de manglar,
los cangrejos a su paso la miran desde lejos
ella rema con su canalete hacia delante
con la vista siempre fija
en la orilla del no regresar.

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1 Comentario:

Anónimo comentó sobre esta entrada, así...

En la poesía de Martha Ortiz retumban los tambores africanos, la magia del verbo hecho eros.