Laura Carreño



Mencionada por:

Víctor López Rache
Jaime García Pulido

Menciona a:

Víctor Raúl Rojas Peña
Alexánder Buitrago
Maria Helena Sierra
David Castellanos


Bio/Biblio

Laura Marina Carreño Pérez
(Sogamoso, Boyacá, 1981)

Licenciada en psicopedagogía, egresada de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Escribe sus primeros poemas hacia los siete años.

Inicia el vuelo, en Roldadillo, Valle, como participante del XVII Encuentro de Mujeres Poetas de Colombia, en el 2001 con su primer trabajo inédito, Los días se hacen viejos.
Participa en diversos talleres literarios que la conducen a un aprendizaje más profundo permitiéndole así, cultivar su sensibilidad motivándola a seguir este camino.

En el 2004 forma parte del grupo creativo El cuarto de revelarte, donde publica algunos de sus poemas y realiza varios recitales en diferentes puntos de la cuidad.

En el 2005, entra a formar parte de los docentes del SENA, afianzando así, su labor humana, profesional y espiritual.

Participa en el IV y V encuentro de poesía PARAAMARTE, en esta misma cuidad, más adelante publican algunos de sus trabajos literarios.

Algunos de sus libros inéditos: Los días se hacen viejos, Esencia de mujer, Hilos del lenguaje, Desde la ventana, Relámpago de voces y Piel desnuda.

En el 2007 participa en el “XXXV Festival Internacional de la Cultura en la ciudad de Tunja”, como una de las poetas de la nueva generación.

Sus poemas han salido publicados en varias antologías de la escuela PARAAMARTE.
En el 2007 fue publicada en la revista azahar No.62, en Cádiz-España. De la misma manera en el libro de Efraín Pérez. Escuela de la Vida, Publicado en España y Colombia.

En el 2008, publica su primera obra poética Calendario de Silencios.


Poética

La poesía es para mí una necesidad, con ella he logrado exorcizar demonios, superar dificultades, la poesía me ha hecho feliz de múltiples formas y miles de veces. De alguna manera nos salva de caer en uno de esos tantos abismos oscuros que tiene la vida, así que la poesía, además de ser más de la mitad de mi vida, hace parte de mi trabajo actual, y es lo que permanentemente me hace creer en la vida, en los demás y fundamentalmente, en mi existencia. Es la única salida para salvar al mundo de la injusticia, de la ceguera, la muerte, nuestra muerte.


Poemas

Los siguientes poemas están incluidos en el libro Calendario de Silencios


GEOGRAFÍA

“Mi cuerpo soy yo,
y ese,
es el gran descubrimiento…”
Aristóteles

Me deshago de la piel
acariciando lentamente mis pies pálidos,
enlazo piernas,
saboreando el laberinto extraño de mi cuerpo;

Me sumerjo en mi sexo
galopando invisiblemente dentro de él;

Casi impenetrable
rozo el vientre,
donde encuentro historias, cicatrices profundas,
a lo lejos...
diviso superficies montañosas, altas;
Mis senos; lejanos, distantes…

al final, encuentro un puente
que conduce a esa inmensa ventana
que es mi rostro,
abro los ojos,
toco la nariz,
acaricio la boca sedienta de otoños;

Después de tanto…
tomo el trabajo de entrar en mí
y conocerme.

::


HOMBRE QUE PASA Y SE ABANDONA

“Viviré de olvidarme”
Borges.
Ese hombre se atemoriza
de su sombra,
porque aún siendo su sombra
es pequeña,
se atemoriza de su risa,
de su llanto,
de su soledad dominical
entre los parques.

Ese hombre,
muerde los recuerdos,
piensa en su pequeño universo
rodeado de fantasía,

recorre sueños y promesas,
divaga por su habitación llena de libros,

pasa su mano por el rostro,
para tratar de no olvidarse y se deja,
se abandona entre la vida,
que camina a pasos lentos
sobre la calle ya vacía.

::

POESÍA

”La poesía es la única compañera
acostúmbrate a sus cuchillos
que es la única”
Raúl Gómez Jattin

Quiero sumergirme en ti,
revolver palabras,
conjugar verbos,
construir recuerdos innombrables,
llenarme de ti,
ser tuya por siempre
sin decaer en el camino,
recobrar la razón que a veces pierdo;

Amarte,
amarte tanto
que no seas capaz de dejarme,
ni pueda yo dejarte ir,
recoge mis pedazos,
constrúyeme, átame,
reconfórtame, ámame y, por favor,
hazme tuya para siempre… poesía.

::

Jaime García Pulido



Mencionado por:

Víctor López Rache

Menciona a:

Andrea Cote
Lilia Gutiérrez Riveros
Andrés Peralta Gómez
David Andrés Peralta
Laura Carreño


Bio/Biblio

JAIME GARCÍA PULIDO. Bogotá, 1962. Economista, periodista, poeta y escritor. Estudió literatura hispanoamericana en la Universidad Javeriana y letras inglesas en la Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos. Mención en el Premio Casa de Las Américas con el volumen de cuentos Libro sin título por descuido del autor, Cuba, 1995.Poemas suyos han sido publicados por la revista Chronogram de Nueva York y por el Departamento de Literatura de Edinburgh University, Escocia. Finalista del Premio de Cuento Juan Rulfo con La máquina de pájaros, París, 2008.


Poemas


BEATRIZ

Por la ciudad de relámpagos de vidrio
Vaga un ciempiés de anteojos y zapatos negros de acordonar
El semblante de su marea de rostros parece
Una fotografía de campo de concentración
Oigo lejos el tableteo suntuoso de los tacones de la estatua del prócer
Los rojos peces en el acuario de Beatriz parecen humanos
Afuera los agentes de policía dan la impresión de estar vivos
Todo lo nuestro termina en las púas de una cerca
Beatriz deja caer sus pestañas y con ellas el sostén
Lavo la sal de mi cuerpo en la sal de su cuerpo
Que cae por el sendero resbaladizo al agua
De legiones de gnomos ermitaños
Hay caballos hay medusas de pedrería enfangada
Mi puño la sostiene a medias por la grama de su sexo
Hay una catedral irrompible amamantando plenilunios
Beatriz madruga a preparar café y pan y huevos
Entre sorbo y sorbo escuchamos el rumor de la neblina
La lluvia en la ciudad del espanto no da espera
Legiones de rostros de billetes de banco bostezan en manos ajenas
Doy media vuelta para no alejar el sueño de los antílopes que chocan
Beatriz común vocablo en la guía telefónica y en los Siete Círculos
A causa de ella mis fantasmas desdeñan la rotación de la tierra

::


LIENZO DE MEDIANOCHE

Y Dios enloqueció hundiendo barquitos de papel en las bañeras
Allí de un soplo concibió un volcán en erupción
De un soplo a Lina en barro un poco triste del volcán en erupción
A sus manos expertas en dibujar el aroma de las flores
Y en apagar cigarrillos con un extraño ardor de madreperlas vacías
Amo a Lina tan distante de la Venus de Milo
Por la cual Grecia ha llegado a ser modelo de estética clásica
Amo el ardor de aire removido de su piel desnuda
Su piel de vampiro hembra o hembra vampiro
Lina toca su pecho en busca de la raíz de la fiebre
Su furia es greda de agua de rosas deshechas por el tiempo
Su voz es tan frágil como la sonrisa de un muñeco de nieve
Así Lina huyó de mis dominios con los pies descalzos
Echó abajo los arco iris ocultos de las vitrinas
Removió en arenas de diluvio la matemática de los días laborales
Huyó evadiendo la luz para no astillarse la punta de las uñas
Con el esplendor irrepetible de una moneda de oro
Caída desde muy alto
Fluyendo hacia el bostezo del fantasma de Leonardo
Y sus manos ateridas de hongos
Abiertas sobre el pincel lloviendo sobre el vientre de Lina
Lloviendo acrílica lluvia sobre los girasoles de medianoche

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MARCELA

La mujer toma la forma del sueño que la contiene.
Juan José Arreola

Volver a ti
Al abundante calcio de tu sonrisa
A la extensión de tus quinientos doce huesos
A tu otra nueva piel

Volver a ti
Porque creo en mis alas maltrechas
En la visión de tu ombligo casi humano
Y en nuestro viejo pacto de arena

Volver a ti
Con la prisa de invocar tu don más secreto
Un almizcle de conchas de octubre
Avivando a los pájaros del centro de la tierra
Como quien pronuncia una injuria escuchada en una vida anterior

Volver a ti
Bajo la herida abierta de las constelaciones
Jamás pintar el sol
Sino la luz que cegó los ojos de Icaro
Allí escapar a los espacios en blanco de la noche
Y recordar este verso por el simple hecho de no haberlo escrito

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Víctor López Rache


Foto: JM Múnera

Mencionado por:

Carolina Urbano


Menciona a:


Nana Rodríguez Romero
Gabriel Arturo Castro
Nelson Romero
Jaime García Pulido
Laura Carreño
Celedonio Orjuela
Guillermo Velásquez
Mery Yolanda Sánchez
Sonia Truque
Selnich Vivas
Orietta Lozano
Álvaro Marín
Felipe Agudelo Tenorio


Bio/biblio

VÍCTOR LÓPEZ RACHE. (Toca, Boyacá, Colombia, 1959)

Abandonó la carrera de Economía para dedicarse al estudio y la creación literaria. Sueños adelante, selección poética, 2009. Sin espejos, Premio Nacional de Poesía Imaginación para un nuevo milenio, 2000. La casa, premio nacional de poesía Ciudad de Bogotá, 1992. Otra orilla de luz, 1985. También obtuvo en 1990 el premio de poesía Universidad Externado de Colombia. En 1988 fue finalista en el IV concurso nacional de cuento Francis A. Newall y en 1987 en el II concurso latinoamericano de cuento Ciudad de Florencia. Poemas suyos han sido incluidos en distintas antologías. Fue comentarista de libros en el Magazín Dominical y, entre otros prólogos, son conocidos los de Carlos Obregón y Madame Bovary. Escribe ensayo y su trabajo habitual es en prosa.


(Poética) ¿Dónde está un Teógrafo para develar la poesía?

El exceso de claridad en dimensiones distintas a las de los sueños, me alienta a seguir insistiendo en la enseñanza que nos dejó el remoto trasgresor de la visión autorizada: invocar en la poesía la posibilidad del misterio.

Prefiero las rarezas de los dormidos a las hazañas de los despiertos. Y el paraíso me da la razón. Su solitario predilecto se quedó dormido, perdió la gracia divina de la desnudez y, para siempre, el ocio natural; pero ganó la disculpa de la alegría, la contradicción y la voluptuosidad.
Los conflictos soñados no han dejado un solo muerto. Si son de una gravedad insuperable, uno puede escapar en el instante de la tragedia, sin quedarle debiendo la vida y la conciencia a vigías y salvadores.

En el mundo onírico nada es ilusorio y todo es verdad. Sus adictos poco entendemos de valores sobrehumanos y nunca transitamos escenarios aparentes. Tampoco pedimos Teógrafos para develar los mundos ocultos tras los agujeros de tanta nitidez, cuando la ciencia ni siquiera ha ideado un artefacto para medir el peso de los sueños.

Las páginas preferidas también las releo en sueños. Por eso mi sensibilidad se inclina ante aquellos autores que ayer se esforzaron para que sus obras fueran soñadas y no escasamente leídas. Pensando en mis amigos, quisiera tener la misma suerte, al menos, con medio verso de los que, por ahora, admite la balanza de los sueños.

Víctor López Rache
El Prado, 2006


Poemas


Nuestro hijo

Hijo mío
mírame con tus ojos felices,
Kafka no pudo hacerlo con su padre.
Mira el susto de mis borradores
y olvida el artificio de los sutiles que han diseñado mi suicidio.
Mírame siempre;
antes de nacer me perseguiste
y en el instante de soltar a tu corazón la flecha
desperté y supe la atroz noticia:
con harina
los sabios han logrado producir materia para misiles
y con imágenes
cruces más hirientes que la cruz en la que aún gime Cristo.
Hijo mío,
si la autonomía del artefacto te va a transformar en el enfermo
que sonriendo avanza hacía el vacío
desobedece
y despídeme con tus ojos
antes que el fluorescente te llame a juicio.
Y donde vayas
lleva en tu corazón a Kafka,
es el recuerdo del poeta en un día de trasteo
en esta ciudad donde nadie cesa de vivir huyendo;
pero con tus ojos felices anda en la aventura
baila
bebe
y estrecha a la mujer como una llama dentro de otra llama,
el Kafka que tanto amas, no pudo hacerlo.
Mientras resisto el suicidio impuesto por el corazón ajeno,
hijo mío,
mira al fugitivo que ha venido a refugiarse en mí.
Y como Kafka
nunca dejes de mirar los misterios ocultos en tu entorno.

(De: Sin espejos)

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Esperarla huyendo

Es ella.
Su paso de lento anochecer ilumina
la íntima escalera de mi refugio.
Cómo ocultaré la sed,
la vergüenza de esperarla huyendo.
Nada me servirá intentar una máxima;
su sonrisa atará mi voz
con un hilo de arena.
La he inventado durante largos años,
y sus senos en permanente vuelo
ya cruzarán la oscuridad de mi puerta.
No puedo huir ni negar mi existencia;
la ternura de su piel de fuego,
antes de apagar la cerilla del amor,
hará un mármol
con el temblor de mis deseos.
Es ella.
Su belleza es una catástrofe.

(De: La casa)

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De Intruso en Bogotá

Revelaba la edad del viejo mono del zoológico
y, quizá, balbuceaba ecos de fósil tímido.
Las ruedas de los autos le arrebataban el movimiento
y elevaba medio ojo
para no caer en el vértigo de virtuales monstruos.
No sabía respirar
y la atmósfera de Bogotá olía a flores de petróleo.
Su espalda asustadiza revelaba la falta de una miga de fantasía
y, según las coyunturas rectas,
la iglesia no lo había invitado a alcanzar la perfección
retrocediendo de rodillas.
La lente de un científico lo habría arrojado a las uñas de niños especiales
y, en el exhibicionismo de las naciones,
aparecería como La Mascota de la Solidaridad.
La llovizna caía como en épocas del eslabón perdido
y, temeroso,
en la mitad de la loca autopista
El Intruso seguía sin poder imitar las vueltas del mundo.

(De: Sueños adelante)

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Marleny Mejía



Mencionada por:

Tatiana Mejía

Menciona a:

Omar Ortiz
Adriana Pimineta (Ariadna)
Jotamario Arbeláez
Sebastián Giorgi
Juan David Calle


Bio/biblio

Marleny Mejía Jaramillo.
Medellín. Historiadora Universidad Nacional de Colombia.
Publicaciones:
Memorias del concurso "Ciudad Vivida" en los años 1999, 2000, 2001.
Revista punto seguido No. 41 del año 2000.
Antología poética "Manantial de palabra", una publicación del CMJ – Consejo Municipal de la Juventud, la Corporación Sal & Luz y la Alcaldía de Medellín – Metro juventud en el año 2002.
Antología poética en la Revista Prometeo Nos. 68-69 del "XIV Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de Medellín", año 2004.
Antología poética de la revista Punto Seguido "Madame destino", año 2004.
Coordinadora del grupo de poesía "Poetas del apocalipsis", colectivo poético que nació a razón del concurso de poesía "La Ciudad Vivida", interviniendo la ciudad desde lo poético-estético con lecturas, intervención de espacio y transporte público en la semana por la paz, talleres de poesía en diversas entidades y colegios del área metropolitana.

Invitada "XIV Festival Internacional de Poesía de la ciudad de Medellín", organizado por la corporación de Arte y Poesía Prometeo, año 2004.
Integrante "Taller de luna", grupo de poesía de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.


Poemas

(Tomados de El lado Azul)


La visión del resplandor
Dará comienzo a la hecatombe.
Como el nabí lo predijo
El reloj se detendrá
Y reptarás sobre la tierra.
La brisa de octubre
Esparcirá su opio
Sobre tu república de sueños.
Las ranas
Beberán tu sangre,
Ovularán
Y parirán nuevos habitantes
El código será descifrado
Las nubes laceradas por el sol
Llevarán la lluvia roja hasta el sur,
Donde las larvas engullirán
Las hojas muertas del otoño.

::


La plateada huella del caracol
Tatúa en mi cuerpo
El trayecto del deseo,
Mi piel brilla
Bajo la tenue luz de la luciérnaga.
Extraña sensación la que deja tu saliva,
Opaca y excitante
Compite inútilmente
Contra el vómito sagrado
De mi lascivo amante,
Sólo él
Sabe recorrer
Mi sendero infinito.

::


Suicida.

Éxtasis.
Ya la muerte
está cansada
de que sólo
la masturbes.
No quiere
que la lamas,
que la beses,
ni mucho menos que la saborees;
aunque esto
le excita
y la hace hundirse
en un orgasmo sepulcral,
Ella espera aún más
pero la aburres
con tus simulacros.
Y en tu próximo
intento por buscarla
te obligará
a que le hagas
el amor.

::


Tu execrable incoherencia
Cercena
la poca lucidez
Que me exime.
Mi ánfora carnal
Está rota,
Gotea el almíbar de mi deseo.
Tac
Tac
Tac
Vacía y
Estéril
Devoro sus pedazos nacarados
Y los paso con saliva.
Mi apetito caníbal
No ha sido saciado.
Tendré que buscar
Un nuevo cuerpo,
Ha llegado la hora
Del dulce banquete.

::

Tatiana Mejía



Mencionada por:

Jacko

Menciona a:

Marleny Mejía Jaramillo
Lucía Estrada
Pedro Estrada
Darío Carballo
Javier Naranjo
Angye Gaona
Eliana Maldonado
Viviana Restrepo
Carlos Enrique Sierra
Fernando Hoyos


Bio/Biblio

TATIANA MEJÍA ESCALANTE. Medellín. Colombia. 1978.

Primer puesto Concurso Metropolitano de Poesía Joven de Medellín La Ciudad Vivída. 1997.
Invitada XIV Festival Internacional de Poesía de Medellín. 2004.
Docente de niños y jóvenes en el área de creación literaria.
Activista en Derechos Humanos.
Libros inéditos: Catarsis o las tres patas del círculo, Hambruna, y Las otras que habitan en mí


Poemas


Vientos

Me esclaviza
Este olor a nostalgia traído por el viento.

Mi cuerpo
Da vueltas sobre el agua espesa
Que huele a sangre sucia
Regada por él mi preso sin ojos.

Esa droga era yo
Al atardecer de un sábado.

Interrupción nocturna
Vendrán por nosotros al paraíso perdido.
Duele no existir
Salpicarse de semen sin amor.

::


Sherezada

Cuando del polvo se levantaron los dioses
Sherezada agachó la cabeza
Escondió las manos entre las sombras
Y murmuró un nuevo cuento empañado por el miedo.

La burbuja del tiempo
Se alimentó entonces de su esclavitud liberada con palabras.

Sherezada duerme ahora
En el tercer ojo silente que vigila al mundo.

::


Vientre

Me deslizo
preguntándome por las otras que habitan en mí
inmersas en la hambruna que nace bajo los talones
de esta mujer gitana que se agota en la risa
de esta mujer judía que se advierte desnuda
con dientes de oro machacado, curtidos
sobre el vientre abultado a la hora cero que explota
mientras la niña nace víveme muerte en tus brazos
Átame un dedo a la frente y bésame
Antes de que me escurra por completo, vaporosa
Hacía la carcajada incestuosa dibujada en la espalda
Allí donde termina algún sueño al caer la noche
A los pies del tren que vigila el paso del tiempo
Evidente ya en mis arrugados ojos.

::

Carlos Patiño Millán



Mencionado por:


Jacko
Ana Sofía Franco


Menciona a:

Piedad Bonnet
José Manuel Arango (†)
Horacio Benavides
Víctor Gaviria
William Ospina


Bio/biblio

CARLOS PATIÑO MILLÁN
Profesor asociado de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle con la siguiente formación académica: Comunicación Social- Periodismo en la Universidad de Antioquia; Especialización en Prácticas Audiovisuales con Énfasis en Documental en la Universidad del Valle; Magíster en Literaturas Colombiana y Latinoamericana en la Universidad del Valle.

Libros publicados: Canciones de los días líquidos (Poesía, 1992); Tocando las puertas del cielo (Cuentos, 1996); El jardín de los niños muertos (Poesía, 1998); La tierra vista desde la luna (Poesía, 1999); Más canciones sobre amor, odio y perros (Poesía, 2000); El día en que le volé un dedo a David Gilmour (Prosas, 2001); Estaba en llamas cuando me acosté (Poesía, 2002); Inclínate ante la madera y la piedra (Cuentos, 2006); Hotel Amén (Poesía, 2008).

Blog del autor: http://revolvercali.blogspot.com/


Poética

Soy poeta colombiano, seguí siéndolo después de cumplir veinticinco años. He escrito y publicado tres libros de poesía (“Canciones de los días líquidos”; “El jardín de los niños muertos” y “La tierra vista desde la luna”), una plaquette (“Más canciones sobre amor, odio y perros”), una antología poética personal (“Estaba en llamas cuando me acosté”), dos libros de cuentos (“Tocando las puertas del cielo” e “Inclínate ante la madera y la piedra”) y uno de prosas esperpénticas (“El día en que le volé el dedo a David Gilmour”). “Hotel Amén” es mi cuarto libro de poemas. La cifra resulta escandalosa si se tiene en cuenta que el único libro que Arthur Rimbaud publicó durante su vida fue "Una temporada en el infierno", editado a expensas del propio poeta. Cuatro libros, más de un centenar de poemas: no recuerdo haber escrito tantos libros y poemas, ni siquiera parcialmente. Lo digo en serio y en silencio; me encantaría recordarlo. Distante de los poetas y de la poesía de rima y versos libres, lejos de los ejercicios de la mnemotecnia, este poeta que ahora comete prosas poéticas recuerda títulos, algunos versos, palabras sueltas, dónde dejó la llave de sus predecibles juegos lingüísticos, el eco que se forma cuando uno pronuncia la palabra agua, pero prácticamente ningún poema entero.

¿De qué hablan mis prosas poéticas? De lo que habla la poesía hoy en día: de la poesía misma como Absoluto y como Nada, de la herida profunda, del paso del tiempo, de la pérdida de todo referente y soporte, del momento en que la nodriza Euriclea reconoce a Ulises por la cicatriz del muslo (que es la de todos), de la furia y el ostracismo, de un mundo en disolución, de la primacía fugaz del fragmento, de la lámpara de William Butler Yeats, del paisaje familiar que vive de asesinar a su poeta (a su yo lírico) y del poeta que pasta sobre la ruina de sus antepasados, del salón de espejos sin espejos, de la muerte de las ideas y de la cosa misma, de los objetos (aunque sea extremadamente difícil decidirse por uno de ellos), del yacente cuerpo sagrado, del detrito extraído de los mensajes mediáticos, del silencio que se instala entre dos seres que se amaron, de las conversaciones escuchadas por azar, los invisibles rituales domésticos, las sombras que cruzan un libro de fotografías abierto al azar, un menú de restaurante que abre una pareja que asiste al enfriamiento de su relación y que cubre, por un momento, frente a los demás comensales, su desdicha. Sabrá el imaginativo y atento lector añadir unos cuantos temas más.


Poemas

Autorretrato a los 40 años

Es un veneno el que me proporciona la visión: bella es la vida. Odio a primera vista con perros rabiosos que se quedan con pedazos de mis manos en sus manos. Domingos y hombres de prisa, con corbata, me fuerzan a cambiar de acera.
De regreso a casa, la puerta queda en otra parte. Soy, cada vez más, el padre y la madre de mi padre y mi madre. Ruinas del pasado, canciones regresan a ladrar de día. Tengo una coartada para cada sospecha y dulces palabras para cada amor muerto.
En la noche mía, temprano, late la luna.

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Un muerto, río Magdalena

Muerto. Aún respiro. Me abrazo a mí mismo pues soy lo único que me queda. Un río sí, pero las incesantes olas del mar golpean mi mano izquierda que flota y se entierra y flota.

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Agregar simplemente agua hirviendo (una fotografía de Weegee, hacia 1950)

Los que fuimos animal único, somos dos que hablamos en silencio. Allí donde solíamos amarnos, la despedida. Llegas tarde. Mis reclamos acumulan polvo. Nos hemos cansado, necesito saber, a ti te gustaría, grito en alza, otro grito, mayor aun. Tuya la pareja de cisnes, la mesa de noche sí es mía. En estas circunstancias, ni el observador más distanciado conservaría el sentido de la composición. Mis ojos cerrados. Tu boca, sin pintar. Cada palabra pronunciada o callada nos enfría todavía más.

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La doncella del Señor

Eva: pocas palabras le dedica el Génesis. Adán fue más expresivo: la llamó “huesos de mis huesos y carne de mi carne”. Tras Eva, tentación y pecado. Tras el pecado, castigo. Tras el castigo, el primer hijo. Grita la mujer: “¡He recibido, por medio de Dios, a un hombre!”.
Eva: pocas palabras le concede el Señor a la Mujer que lo inicia todo.

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Esto quizás no parezca tan exacto

Aunque sé que nadie me aguarda, apuro el paso para llegar a casa. Volver a la calle, ir al encuentro de nadie. ¡Buenos días!; ni Juan ni José. El agua se derrama a mediodía. Un hombre, a mi lado, retiene a una mujer con zalamerías; basta la lluvia.
¡El trabajo debe estar listo mañana! ¡Luz roja, detén el paso! ¡Suena, de nuevo, el teléfono!
La vida que presencio, la tarde que bosteza en cualquier parque. Dios elige bien a sus hijos: un hombre, robado cuando niño, lee el periódico del día mientras yo fumo un cigarrillo. La inmensa historia personal y el reloj de la plaza que dice que es hora de ir a casa.

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El hombre que abrazaba su sombra

Ya que puedo gritar, lo haré. Y lo hizo en plena calle, tarde de julio, flores sobre su diminuta testa. Repetía nombres de familiares muertos, la suerte de aquella vecina que no había regresado a casa, las especies de los árboles dispersos en medio del verde. El hombre amaba su sombra y ésta parecía responderle; él sobre ella, amantes públicos.
Esa enfermedad, una nueva. Necesidad de gritar, a todo pulmón, títulos de canciones, números de lotería, rabias, noticias, quejas; gratuita diversión para la gente de a pie.
No volví a ver a ese hombre. Esa tarde ya no existe. Las sombras y los caminantes van cada uno por su lado.

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6.1, escala de Richter

Todavía no soy eso pero por aquí y por allá y por aquí y por allá...
Hija de mi madre le pregunta qué hace ella a todas horas con su padre.

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Una reconstrucción de los hechos

Adentro de ella, nada vi en el comienzo, tan profunda la oscuridad. A pesar de mí, no parecía inquieta en modo alguno.
Los gritos de dolor del animal, los pecados cometidos; estoy vivo. La sangre, voluntad creadora; si pudiera verte otra vez...
Pague la hora completa, dijo la muchacha.

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Felices juntos

Matorral, no hay. Cortas y arrojas tus vellos a la ancha corriente del río. Pocos muebles en nuestro pequeño apartamento. Nada llama la atención del sol visitante. A veces el genio se oscurece e inventamos lo inventado: allá tus libros y discos; improvisado estante.
Día de limpieza, no pises el suelo; sírvete todo, aquí no hay perro.

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Mi dulce abuela llora por todos

Ha llegado el invierno. Los mustios huesos de Clemencia no parecen demasiado entusiasmados con la noticia: bajo el sol del verano, un pájaro viene a picotearla y a ella eso le gusta.

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Sabanas de Córdoba

Ocultar el sexo de la mujer; ocultar el pene, flácido en éste, allá erecto. Cubrir senos; la tierra encima, vestido permanente. No son cuerpos, cosas, nada.
Enterrados, los muertos vivos estremecen la sabana aun horas después de la desbandada de los asesinos.

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Queda resuelto el trámite del saludo

Fueron diecisiete segundos de agonía: sorprendiste a la muerte con tu inverosímil serenidad. Días después de lo sucedido casi no queda recuerdo; aun así, beso tu fotografía y lloro.
¿Qué decir de mi vida sin ti? Todo y nada. Moscas bailan sobre tarros de basura, el sol se resiste a crecer, relámpagos asustan a los últimos habitantes de la ciudad, campanas mudas, puntas de obsidiana, frases rotas. La grieta en el patio de la casa es cada vez más profunda.
Cuando grito tu nombre, perros responden de casas vecinas.

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Autorretrato a los 18 años

Sobre vacíos edifico el orden de mi canto. En la calle, el aire está quieto, muy quieto. Mi casa está a oscuras, todos salieron y hay rumores de que no regresarán. Mi corazón es un nido de previsible tristeza. El arte de nombrar y ser nombrado se desgasta enumerando lo concerniente a sonidos elementales; acentos y reglas para distinguir las combinaciones de vocales que forman olas, montañas, abismos insondables. Leo las líneas de mis manos pero no hay mucho qué esperar de este muchacho. Sin embargo, nada dejo al azar, todo lo dibujo sobre virgen lienzo: una hora o dos para imaginar cada rostro familiar, una noche entera para añorar sus almas.
Como no veo a nadie, como nadie se acerca a la puerta, como no suenan pianos ni voces ni pájaros ni motores, pronto son más los días, más las noches que empleo recordando cómo eran los seres que dormían en estos cuartos.

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